Anécdota,

Lo que la nieve nos dejó

15:17:00 .María. 0 Comments


Augusto y yo pasamos tres días en Zakopane, un pueblo de 30 mil habitantes en el sur de Polonia casi en el límite con Eslovaquia. Es un lugar de montaña, donde hay más de 300 kilómetros de rutas de trekking y ascensos a lagos y vistas panorámicas. Eso planeábamos y soñábamos hacer, pero nos tocaron tres días de lluvia torrencial y fríos bajo cero. 

- Los caminos están cerrados- sentenció en inglés la señora de Información Turística. Pueden visitar el Museo de Arte Municipal.


Ningún museo se podía comparar con la montaña y la naturaleza así que hicimos oídos sordos a los pronósticos y nos dedicamos a esperar que pare de llover. 
No paró.
Cuando se cumplieron las 50 horas seguidas de lluvia intensa decidimos cambiar nuestro sueño por uno más cercano y más concreto: que nieve.
Eso era posible por las temperaturas y la altura de Zakopane. 



Augusto vio nevar dos veces en su vida: en el ’99 y en el 2007. 
Yo vi nevar dos veces en mi vida: en el ’99 y en el 2007. 

Los viajes largos te hacen abrir ventanas que no sabías que tenías y también conocer las de la persona que viaja con vos. 


Charlamos de las sensaciones de ver nevar por primera vez. Los dos teníamos 10 años y fue durante un viaje familiar. 
Los Rosés se fueron en auto a Bariloche y en la ruta vieron los primeros copos blancos. Se bajaron abrieron la boca para agarrar alguno y sacaron fotos que aún hoy conservan.
Los Pagola se fueron en auto a Mendoza y en la ruta vieron los primeros copos blancos. Se bajaron y obligados por mamá se pusieron bolsas de nylon en las zapatillas para no mojarse. Ridículos y emocionados abrieron la boca para agarrar la nieve y sacaron fotos que aún hoy conservan.

Los dos nos acordamos hasta las patentes de los autos: un Polo CSR 405 y un Renault 18 BIO 129 ¿Será que somos tan frikis? ¿O que algo nos dice que teníamos que estar juntos?.
¿Cuántas de estas historias en común tenemos? 
Será que tienen que pasar 55 horas de lluvia seguida en un pueblo perdido en la montaña para contarnos cosas tan importantes que en el día a día pasan por insignificantes. 

En el 2007 fue distinto. Los dos éramos estudiantes de periodismo en nuestro primer año, compartíamos ciudad, carrera y hasta algunos amigos y nada más. 
Él vivió la locura blanca en el techo de una pensión, yo en la plaza Sarmiento con mi perro y mi mamá. Él no se acuerda mucho. Yo sé que tenía que estudiar para un recuperatorio de Opinión Pública y no lo hice por irme a jugar. La hegemonía y la espiral del silencio eran menos importantes que mi plaza del barrio completamente blanca.


Seguro no sabíamos de la existencia del otro en el ’99 y probablemente no nos acordamos en el 2007. Pero anoche estábamos los dos solos en el culo del mundo y pensando fuerte: va a nevar y lo vamos a ver juntos.


No nevó. Nos quedamos despiertos esperando alguna mínima señal, con las zapatillas listas para salir pero no se nos dio. Un poco decepcionados nos fuimos a dormir pensando que el viaje es largo y el invierno también. Siempre puede haber una revancha.


Hoy nos despertamos a las 5.30 de la mañana para tomar un Polski bus hacia Wroclaw, otra ciudad polaca. Los Polskibus son los colectivos más baratos de Polonia y muchas veces salen en horarios extraños.




Nos cambiamos, nos abrigamos y nos pusimos la mochila al hombro. Al abrir la puerta de la casita en la que nos estábamos quedando vimos el espectáculo.


No sólo estaba nevando sino que estaba nevando tremendamente fuerte y continúo.
Saltamos y juntamos toquitos de nieve con las manos, sin guantes y sin bolsas de nylon en las zapatillas. Escribimos Randevuses y también un corazón cursi y efímero que la nieve se encargó de borrar.





























En la tercera nevada de nuestras vidas si sabemos de la existencia del otro.
Por suerte.
Y ahora hay fotos que vamos a conservar.








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2016,

Randevuses en Bélgica

12:16:00 .María. 0 Comments

Si hay algo que nos está dando este viaje son encuentros. Esos "rendez vous" que traducimos del francés en Randevuses para bautizar nuestra aventura.
Estas fotos son una pequeña muestra de toda la gente que nos cruzamos, con las que compartimos, conectamos, charlamos y reímos. Muchos de ellos eran completos desconocidos para nosotros, otros amigos de toda la vida; pero todos igualmente importantes en estos meses nómades. 


A Max lo conoció Mari en el 2006 cuando él estuvo de intercambio un año en Argentina. Primero fueron amigos y ahora ya se consideran familia. Max no habla español, habla argentino, pudo captar y adorar nuestra ironía, el mate y la chispa de las pampas.
Max está viviendo junto a su novia Charlotte en un "Coloq", una casa compartida por 9 personas en las afueras de Bruselas. 


Ella es Charlotte, o "Cha" para los amigos. El problema es que su nombre se pronuncia "sha" y nosotros al hablar con este acento tan argento parecía que la estábamos "sha"mando a e"sha" todo el tiempo. Cha nació en Francia y es una amante de los viajes. Hace poco se fue a la India sola y escribió y dibujó un libro de viaje que dejaría a cualquiera con la boca abierta.


Isaac nació en Chinandega una ciudad rural de Nicaragua. Allí conoció a Marine, la chica de anteojos y hermana de Cha. Esta foto la tomamos en el metro durante el finde que ambos festejaron su despedida de solteros. Esta pareja nos demostró que no existen barreras ni distancias si dos se quieren de verdad. Isaac nunca había salido de Chinandega antes de conocer a Marine y su decisión fue tan grande que cruzó el atlántico y aprendió francés para casarse con su amor.

Maya es peruana de Lima y la conoció Mari en otro viaje a Bélgica. Enérgica, risueña y con una sonrisa pintada en la cara Maya nos compartió sus experiencias de un viaje a la India. Con ella jugamos a un juego en francés en que el que hay que decir un nombre, un lugar y un profesión que comiencen con la misma letra. Nos reímos y comimos fideos. Casi pierde el colectivo así que tuvo que correr y dar besos apurados, así tan Maya.


Jerome es uno de los 9 habitantes de la casa Coloq. Él trabaja para la televisión estatal belga a pocas cuadras de la casa. Cuando le contamos que éramos periodistas nos invitó a recorrer el canal y a presenciar un noticiero en vivo. Nos llamó la atención que el edificio estaba divido en dos, una parte para la parte francófona y la otra para la de habla flamenca. Su novia es Celine y es francesa y dibujante. Jerome comparte con Max la pasión por navegar y también por la cerveza.


Quentin es otro de los miembros de esta maravillosa casa. En esta foto estamos revolviendo la basura de un supermercado amigo que les deja productos que no están en mal estado y que los chicos del Coloq buscan todos los martes. Quentin es guía de trekking y trabaja para una empresa que organiza viajes de aventura por todo el mundo.


Los chicos del Coloq, no están todos. En ese living pasa de todo: desde una clase de gimnasia por proyector, una cata de cerveza, competencia de damas chinas y también se baila al ritmo del Long Play.


Como no podía ser de otra manera visitamos a la familia de Max: los Caudrón. Ellos viven en las afueras de Lovaina La Neuf y nos invitaron a pasar el día en su casa. Los anfitriones: Fabiane y Herbe (con la bandera) nos contaron que cuando Max estuvo en la Argentina lo llamaban "El Golden Che". Si bien vestía remeras de Guevara tenía por las dudas una visa en la billetera. En la foto están los hermanos de Max: Julien y Morgana, falta Augustine, hermano menor que estaba estudiando!


Nuestra gran recorrida belga siguió por la ciudad amurallada de Namur, capital de Wallonia. Allí además de castillos y fiestas medievales vive Bon mamma: la señora de la foto y abuela de Max. Ella nos recibió con una super merienda y estuvimos charlando horas y horas de la vida. Su marido era navegante y trabajaba para un barco frutero, así recorrió todo el globo. Bon mamma nos hizo conocer el mundo a través de sus historias y terminamos viendo una foto del barco frutero en Bahía Blanca, Argentina.

Alex también hizo un intercambio en Argentina durante un año. Ahí se conoció con Mari y se hicieron muy amigos. Él es el relator de fútbol y automovilismo más joven de la televisión belga. Un Crack!!. Además tiene alma viajera, imperdibles son sus historias sobre Bali donde trabajó construyendo una escuela.  En la foto estamos en su casa de Kortrijk, una de las ciudades más pujantes de la zona flamenca de Bélgica. Y obviamente tenemos que hablar de Greetje, la mamá de Alex! Ella nos trató como sus sobrinos y compartimos charlas y almuerzos riquísimos con su perfecto español que estudia hace años. 


Alex nos invitó al cumpleaños de Nico ( el chico de remera roja). Él es un reconocido DJ de Bélgica y su cumple lo organizó en el altillo de su casa: un lugar alucinante! Comimos papas fritas y frikandel, un plato típico. Justo coincidió el cumpleaños con un amistoso de la selección belga previo a la Eurocopa.








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